viernes, 17 de julio de 2009

Juzgar sin conocer


Esta tarde la vida me ha hecho protagonista de una de esas escenas poco agradables pero fructíferas porque te enseñan muchas cosas.

Lo que ha pasado ha sido esto: he apuntado a Satya a un curso de verano en la piscina, lunes, miércoles y viernes. La idea no es tanto que aprenda a nadar ni que aprenda a nada más, sino sencillamente que se divierta. Para mí es ya casi imposible llevarle sola a la playa o a la piscina, porque pesa mucho, así que pensé que era una solución aceptable.

La piscina a la que lo llevo es la sede de la Federación Valenciana de Deportes Adaptados. Cada niño está con un monitor, que está especializado en niños con necesidades especiales. Los primeros días fue genial, porque Satya disfrutó muchísimo (le encanta el agua): no dejan que las madres estemos en la piscina, pero desde fuera yo le veía reirse todo el rato y chillar contentísimo (he de decir que era el único...). Y eso a pesar de que el primer día el monitor decidió probar a meterle la cabeza debajo del agua, lo que le provocó un ataque de miedo considerable...

Los días siguientes volvió a ir contento, hasta el último, en que también salió llorando y nunca supe porqué.
Luego estuvo 1 semana sin ir porque ha estado muy costipado, hasta que finalmente hoy era "la vuelta" a la piscina. Por la tarde, antes de salir de casa, ya ha empezado a decir que no quería ir. Me ha extrañado pero le he "convencido" y me lo he llevado. Hemos tenido que esperar un rato en el jardín porque hemos llegado pronto, y ahí estaba cada vez más serio, como triste, y me decia claramente que no quería ir con el monitor a la piscina. He intentado convencerle suavemente, pensando que cuando entrase al agua disfrutaría. Pero ya en el vestuario, cuando he empezado a quitarle las zapatillas, me agarraba diciendo que no quería ir al gua, hasta que ha empezado a hacer pucheritos y se ha puesto a llorar. Ahí he decidido que no había piscina... así que le he vuelto a poner los zapatos y he salido del vestuario.

Yo conozco a mi hijo como si fuese su madre..., y en sus casi 8 años de vida, nunca le he visto hacer algo así. Realmente tenía miedo en los ojos (no sé porqué pero lo tenía), aunque el pobre no era capaz de explicarme porqué no quería ir. Así que he dado gracias por ser capaz de darme cuenta y evitarle a mi hijo una experiencia desagradable que no tenía sentido que viviese.
Y de paso para respetar su libertad, que también la tiene.

Como una es educada, al salir me he dirigido al mostrador de la entrada y le he dicho a la persona que estaba allí que avisasen a su monitor que Satya no entraría hoy en la piscina, porque se había puesto a llorar y me parecía que no tenía sentido forzarle. Y este señor, después de hacerme esperar 15 minutos para darme un trozo de papel en el que escribir el nombre del niño y el del monitor, se ha permitido el lujo de darme una lección magistral impresionante acerca de cómo educar a los niños. Ha explicado a todos los presentes delante de mí (pero sin dirigirse a mí), que hoy en día los niños son unos malcriados y unos blandos, y que toda la culpa es de las madres... Porque en cuanto sueltan una lagrimita les dejamos que hagan lo que quieran, y claro nos toman la medida y así no hay forma de que les podamos enseñar nada. Y que educar a los niños no es tan fácil, que hay que pensarse bien las cosas antes de tener un hijo.


Sé que os costará creerlo, ...pero no le he contestado nada: le he sonreído, le he dado las gracias por avisar al monitor, y me he marchado. Cierto que mientran salía por la puerta las lágrimas me corrían por las mejillas, pero en el fondo me sentía bien. Lloraba porque me ha dolido lo que ha dicho, porque es muy injusto. El no me conoce ni tiene idea de cómo es mi hijo, de cómo soy yo, de lo que yo he hecho o dejado de hacer para educar a mi hijo, de porqué yo traigo a Satya a la piscina, de lo que ha pasado en la piscina como para que Satya (que adora el agua) no quiera ir y llore. No sabe NADA, pero se permite el lujo de juzgarme, condenarme, y no contento con ello, hacerlo en público para humillarme más a mí y de paso para quedar mejor él.


En milésimas de segundo han pasado por mi mente 10 posibilidades distintas acerca de cómo reaccionar, pero todas ellas pasaban por darle explicaciones a ese hombre y de paso a todos los presentes, acerca de mi vida, la teoría acerca de la educación de Satya que compartimos su padre y yo, y etc etc. Sobre todo me salía decirle que el diagnóstico extraoficial de mi hijo era el de "vegetal", y que si hoy dista mucho de ser un vegetal es por dos razones: la primera que Dios es muy grande, y la segunda que su madre lleva un par de tacones muy bien puestos, y que por lo tanto lo que me estaba diciendo era muy injusto. Pero justo antes de abrir la boca he sentido algo muy profundo que me decía: "no tienes porqué hacerlo"... así que no lo he hecho. No es que no sabía qué decirle ni que me he cortado: es que he optado por no hacerlo para protegerme yo. La agresión de él no podia preverla y por lo tanto no podía protegerme de ella. Pero habría sido mi responsabilidad exponerme a otras contestaciones aún más agresivas por su parte.

Así que he aprendido:


1. Que como nunca conocemos todas las circunstancias que convergen en las situaciones que ocurren a los demás, es complicado que opinemos acerca de ellas de forma acertada, por lo que es mejor que nos abstengamos de hacerlo.


2. Si no lo hacemos (por vanidad, por orgullo, o simplemente por mala leche), podemos cometer grandes injusticias con los demás, con lo que les haremos mucho daño (además de hacer nosotros el ridículo...).

3. Que una vez más es cierto eso que dicen los chinos: "ante la duda, no-acción".


4. Que cuando tenemos un mínimo de sosiego, podemos contar hasta dos antes de reaccionar, y entonces podemos elegir no decir nada, o decir algo pero siempre desde la protección (no exponiéndose a más dolor y a más injusticia: nadie nos hace daño si nosotros no le dejamos que lo haga).

5. Que es importante tener claro lo que uno siente que debe hacer, y hacerlo a pesar de las opiniones en contra de los demás, especialmente si los demás no tienen ni idea acerca de lo que opinan. Cada uno sabemos muy bien qué debemos hacer, lo que pasa es que muchas veces es más cómodo dejarnos influir por los demás. Porqué?: primero para poder echar la culpa a alguien si la elección resulta ser poco acertada, y segundo porque nos ahorramos escenitas como la que me ha tocado vivir a mí esta tarde. Pero si yo hubiese agachado la cabeza y forzado a Satya a entrar en la piscina, ahora no me sentiría ni mucho menos lo bien que me siento.


6. La vida siempre te enseña lo que necesitas saber. Solo hay que tener los ojos abiertos.

7. Tengo que estar muy consciente para no hacer con los demás lo que ese señor ha hecho esta tarde conmigo. Porque qué fácil es juzgar a los demás y condenarles sin tener ni idea de qué hablamos (o teniendo alguna pero limitada, que es peor). Qué fácil es hablar por no callar. Y qué fácil es hacer daño a los demás por inconscientes ( o por no-conscientes).


Volvemos a lo de siempre: vivir ahora de forma consciente es la clave de todo...

3 comentarios:

marga dijo...

lo que yo hubiera hecho es ir y gritarle al "monitor" y que me explique qué le ha hecho a mi hijo para que ahora le tema al agua... parece que soy juzgadora, e incapaz de actuar con al sabiduría con la que tú lo has hecho...

y seguirìa gritándole al hombre aquel ninguna explicación, sino "qué te has creido tú que no sabes nada ni de mi hijo ni de mi para venir a hablar como sabio... dedícate a hacer tu trabajo que apenas lo sabes hacer"...

claro, yo soy limeña y vivo en una ciudad violenta... y tú... eres sabia... sin más... que serías igual de sabia en Lima...

pero deja que yo llegue a valencia para ir a ver a ese tipo y decirle un par de cosas por meterse con Satya y contigo... qué rabia...

artistalight dijo...

Me encanta tu forma de escribir, me dejaste sentir lo que tú sentiste y éso no es fácil. Te admiré y deseé abrazar a tu hijito y a ti. (Y darle una patada al de la recepción :))

Isa dijo...

Gracias por tus palabras amables Artistalight :). Me ha encantado lo del paréntesis, conste... jeje. Un abrazo