
Acabo de volver de mis vacaciones de verano, y después de poner la casa medio en orden retomo este canal de expresión. Muchas vivencias acumuladas que no sé si se verán reflejadas en estas páginas; o no de forma expresa al menos. Hay cosas que una siente que quiere compartir, y otras que es mejor atesorarlas sólo en el propio corazón. El balance es positivo, en cualquier caso...: me siento genial, nunca antes me sentí tan bien.
El próximo día 19 se cumple el primer año de un hecho muy decisivo en mi vida, y me resulta casi inevitable hacer balance mirando un poco hacia atrás. No hacia atrás en el sentido de "lamentarse de", sino en el de apreciar las cosas con la perspectiva que nos da el tiempo, que es muy importante porque nos enseña muchas cosas. Una de las cosas más importantes que nos enseña la perspectiva que da el paso del tiempo, es que todo pasa para nuestro mayor bien, aunque en el momento que pasan las cosas a veces sea difícil percibirlo. Pero si aprendemos que esto es así, si el mirar hacia detrás en los acontecimientos de nuestra propia vida nos ayuda a darnos cuenta de ésto, no como algo conceptual sino como algo vivencial o experiencial, entonces sabremos mantener la calma y abandonarnos en las manos amorosas de la Vida ahora y en el futuro, cuando ese futuro sea ahora. Y lo haremos porque estaremos convencidos (no por fé, sino por la propia experiencia), de que también ahora la Vida se ocupa de nosotros magistralmente, y que aunque no lo veamos, sin duda la perspectiva del tiempo nos mostrará que era así.
El abandono total y confiado en el flujo amable de la Vida, da una paz, una serenidad, un sosiego, que no lo da nada más. No hay seguridad material ni mental que dé esa paz, que una vez se conoce no está uno dispuesto a cambiarla por nada del mundo.
Se me ocurría hace unos días que hay dos cosas clave para ser feliz: vivir el AHORA con intensidad (plenamente conscientes), y abandonarse con confianza en la Vida, dejándose llevar flotando como el agua en un río. No hay más...: así de sencillo.
Claro que hay algo que con la misma sencillez tira por tierra todo esto, y es ese narcisismo histriónico de la mente, que sieeeempre se empeña en opinar de todo y de todos, poner etiquetas, comparar (generalmente comparar... -nos con los demás), juzgar, organizar, y dirigir nuestras vidas. Qué experiencia tiene en manipular y controlar, es increible!. Pero cierto... Y más nos vale tenerlo claro y estar alerta al respecto, si no queremos un día darnos cuenta de que se nos pasó esta vida y pudiendo ser libres sólo fuimos esclavos. Esclavos de nuestra propia mente, qué espanto y qué despropósito!.
Me acusaron una vez de decir que la mente no sirve para nada, que yo solo me fijo en los sentimientos (dando claramente a entender que eso era una necedad, porque "como todos sabemos" el intelecto es muy superior a la sensiblería del corazón). Evidentemente el que me increpó poco amablemente no había entendido nada de lo que yo intentaba decir (quizás no me expresé bien a pesar de haberme esmerado mucho). También es cierto que él a día de hoy es un perfecto esclavo de su mente y por lo tanto no es capaz de entenderlo; no se le pueden pedir peras a un olmo...
No es cierto que yo haya dicho nunca eso. La mente es maravillosa e importantísima, y tengo la certeza de que es así porque de lo contrario no la tendriamos. Para qué ibamos a tener algo que no sólo no sirve de nada sino que molesta????. No way: la mente es importante, ...pero si le damos la utilidad para la que ha sido concebida: como herramienta. Si le damos un protagonismo para el que no está preparada porque no está en su naturaleza el ser protagonista, la liamos. Es como si pretendemos utilizar un tenedor para sacar agua de un pozo (por poner un ejemplo tan tonto como evidente).
La mente nos proporciona datos racionales, analiza, discrimina la información, cloncluye. Al final del proceso (suponiendo que el proceso esté bien hecho...) nos da un conocimiento de la realidad, pero un conocimiento parcial. Hay otra parte de la realidad que se conoce por intuición, y ahí la mente no tiene nada que hacer. Al final las decisiones se toman desde el corazón, con la información que proporcionan tanto la mente como la intuición, así que si sólo tomamos la información que proporciona la mente es posible que nos equivoquemos. Todavía más si permitimos que sea la mente la que decida...
Hay decisiones muy menores, del día a día, que da la sensación de que se toman desde la cabeza nada más y están bien tomadas así. Pero recientemente me he dado cuenta de que no es así: si vivimos Ahora de forma intensa y consciente, todas las decisiones las tomamos desde el corazón, aunque sean las más pequeñas. Quizás si esas pequeñas decisiones las tomamos desde la cabeza "no pase nada", pero es una señal de que no las estamos tomando de forma consciente sino "en piloto automático"... Y es lo más fácil que ocurra así...
Bueno, me estoy yendo por los cerros de Úbeda, así que lo dejo aquí... Profunda que ha vuelto una...
PD: La foto es del Puerto de Ibiza, sencillamente porque me gusta... ¿A que es bonito?.